domingo, 24 de enero de 2016

APRENDIZAJE



 Santa Klaus llora con sus renos.
 

Foto: unknown
Vaya por delante mi máximo respeto por la sociedad finlandesa. Son múltiples los motivos para ello: su arquitectura que busca la luz en la oscuridad, su conexión en ferry Helsinki - Tallinn, preservar los restos ancestrales de la cultura milenaria de su pueblo saami, reírse con sus saunas del frío de Laponia y los besos electrizantes de David y sus gnomos. Pero sobre todo, por permitir colaborar a Santa Klaus con Olentzero cada año en navidad, y hacer posibles taaaaaaaantos sueños. Finlandeses, eskerrik asko, gracias, kiitos oikein paljot!!! Y por eso no comprendo que Finlandia pretenda suprimir la escritura a mano de su sistema educativo integrador y altamente avanzado, otorgando a la mecanografía protagonismo supremo. ¿Genialidad de ironía bipolar? 

Finlandia. Su mayor éxito empresarial, connecting people; el mismo en convertirse en su mayor fiasco apenas unos pocos años después. Altos índices de felicidad de su población conviven tradicionalmente con una de las tasas más elevada de suicidios. Barriles de vodka amenazan la existencia de la caligrafía mediante un lingotazo de nocturnidad boreal. Noches alegres, mañanas tristes. Carta de navidad en formato digital. Santa Klaus llora con sus renos. 

La caligrafía es arte, expresividad, equilibrio, creatividad,... Dicen más nuestros borrones que nuestras composiciones; ellos son la guía y la consistencia en el camino del aprendizaje. La semántica escrita a mano ilustra el camino de la sabiduría. Ilustrar tiene que ser el verdadero reto del Aprendizaje. La ortografía será la actitud y la caligrafía la caricia que lo consolide. ¿Pero puede ilustrarse el Aprendizaje?



Neurociencia del Aprendizaje.

El aprendizaje brota desde la muy temprana infancia del bebé cuyo cerebro va desarrollando conexiones neuronales a través de sus emociones externas. El 70-80% de estas conexiones se desarrollan aproximadamente hasta los 3 años, período vital de necesidad en el que la criatura debe desarrollar, entre otras, la capacidad esencial del oído para la música o asimilación del conjunto de sonidos y ritmo de entonación de un idioma. Es en esta etapa, por lo tanto, donde el retoño sentará las bases para el desarrollo de su aprendizaje cognitivo. Pero tan necesario será el aprendizaje intelectual como el emocional. La forma de expresión natural del niño es el juego que utiliza para divertirse, comunicarse y expresar sus angustias a través de la imaginación. Si un progenitor juega con él y capta toda su atención, estará contribuyendo a potenciar su relación con el entorno exterior y su desarrollo. ¿Tecnología en las aulas? Puede ser útil la tableta, pero sin olvidar la voltereta.

El cerebro es emoción y razón. Carga razón (conocimientos) y se libera con emociones (criogenia) a través de las relaciones humanas y vivencias. Alcanza su máximo esplendor, tanto en volumen como en capacidad de regeneración celular teórica, aproximadamente a los 23 años de edad. A partir de ese momento, según la neurología tradicional, empieza el declive progresivo. No obstante recientes estudios aportan nuevas revelaciones al respecto. Los cambios en la actividad mental parecen ser más complejos de lo que en un principio se pensaba. Nuevos postulados contemplan la posibilidad de que algunos cerebros puedan mantener su plenitud hasta edades comprendidas entre los 30 y 40 años. Se concluye que el cerebro evoluciona y que dicha evolución no implica necesariamente que a partir de una edad concreta seamos menos capaces de aprender, sino que probablemente tendremos que ir modificando inconscientemente la forma de hacerlo. Aprender a aprender en definitiva. El cerebro no es un ente estable;  su neuroplasticidad le confiere la capacidad de seguir creando sinapsis a lo largo de la vida. Unas células mueren, pero otras nacen. El ejercicio físico potencia el ejercicio neuronal porque tras la sudoración el cuerpo debe recomponerse y lo hace generando células nuevas. Pero también el ejercicio cognitivo es fuente continua de regeneración. Mucho se ha escrito sobre el desarrollo del cerebro, pero nadie parece tener, de momento, respuestas concretas. Pregunto a Maite, mi amiga psicóloga preferida, por sus hallazgos en el trabajo de campo. Me lo expone de manera sencilla, clara y cercana: el cerebro es un músculo más que si no se usa se atrofia.

¿Pero cómo se forja el proceso del aprendizaje? 

Al aprender estamos diseñando nuestro cerebro y confeccionando nuestra personalidad. El aprendizaje es acumulativo. Lo bien aprendido queda almacenado en la biblioteca de nuestra memoria. El reto no es tanto el de acumular información sino el de mantener buena fluidez de uso con todo lo archivado.  No son tan importantes nuestros conocimientos como lo que hacemos con ellos y las asociaciones que realizamos. El conocimiento es bueno, pero nos perjudica para cambiar; y resulta que la vida es cambio. La clave es seguir aprendiendo, desaprendiendo y reaprendiendo. La inteligencia es la expresión del conocimiento a velocidad suprema que ayuda a conseguir nuestras metas deseadas. Se asienta sobre los pilares de la intuición y la experiencia. Seamos por lo tanto conscientes de la importancia de fijar nuestras metas y propósitos de una manera sensata para poder seguir aprendiendo en cada situación. Definimos de manera sencilla los 4 estadios posibles de la evolución del aprendizaje:

          1. Ignorancia Feliz: inconscientemente incompetente, individuo dormido.
          2. Ignorancia Asumida: conscientemente incompetente, individuo alerta.
          3. Dominio Presupuesto: dominio consciente, individuo capaz.
          4. Inteligencia Aprehendida: dominio inconsciente, individuo diestro que ha metabolizado
              el conocimiento y lo incorpora a su día a día mediante rutinas útiles que le facilitan el uso 
              del mismo sin exigirle gran esfuerzo.
La premisa para el aprendizaje es la humildad junto con la disciplina. El término disciplina deriva del término discípulo o quién está en situación de aprender. Y para ello será vital reconocer lo que se ignora. Quién se preocupa por aprender, siempre encontrará un buen maestro; un acompañante fiel que alimente su curiosidad y que lo ilumine en su propio camino. No hay que herir para enseñar ni ser herido para aprender, el miedo ahuyenta el aprendizaje.


Aprendizaje y Autoaprendizaje.

Podemos aprender con ayuda de otros o, en ausencia de buenos maestros, por nosotros mismos. En consecuencia, el autoaprendizaje se torna en cualidad diferencial del individuo, ya que sólo sus inquietudes y aficiones pueden conducirlo a la excelencia haciendo buen uso de sus talentos. A través de su vocación o punto intermedio entre su pasión y lo que se le da bien el individuo debería fijar su línea de aprendizaje. Se aprende por imitación y con las emociones reforzamos nuestro aprendizaje. No es ningún demérito aprender de los triunfadores y de emular sus mejores prácticas. Prácticas que a menudo podemos adaptar a nuestra esencia. Suele ser un camino previamente recorrido por otros. Fíjate en qué puedes aprender de ellos. Se puede imitar el acento de un nativo al aprender un idioma, la gesticulación de un gran orador, el tiempo de voz de un tenor,  los movimientos de ajedrez de un gran estratega y hasta los platos del mejor libro de cocina. 

Se aprende igualmente a través de las emociones. Alegría (quiero más), fracaso (dolor), curiosidad (satisfacción); se aprende mejor con la emoción percibida de un contexto real que nos influya, o en el que podemos influir. El contexto y la personalización son indispensables para acuñar el aprendizaje. Conocimiento que no se pone en práctica a las 72 horas no sirve de nada. Sólo a través de la acción germina la semilla en el cerebro. 

Pero sobre todo el aprendizaje se fomenta con experiencias, sacando a la gente de su zona de confort. Seducir es conseguir motivar con cosas que a la gente no le gustan, o que creen que no les van a gustar. En el momento que se supera una creencia negativa o una barrera mental infundada se abre un nuevo escenario en el que puede emerger la sorpresa. La sorpresa es el estimulante más letal para el aprendizaje. En algunos de los acontecimientos que nos asombren es posible que encontremos nuestras pasiones, nuestro camino.

Para aprender hay que enseñar; quién se atreve a enseñar es porque se atreve a aprender. El que más aprende es el que más comparte, porque refuerza sus conceptos. Comparte lo que aprendes en lugar de enseñar lo que sabes. Arriesgarse a compartir es exponerse a aprender.  Compartir genera riqueza y fomenta escenarios de nuevas preguntas.
 


¿Se aprende más del éxito o del fracaso?

Alfred Nobel promulgó hace dos siglos que el ser humano verdaderamente inteligente aprende más del fracaso que del éxito. Un postulado útil, sólo si somos capaces de interpretarlo adecuadamente. Sin duda, a menudo espabilamos al morder el polvo, y puede ser conveniente equivocarse antes de acertar. Pero no siempre. Es importante la experiencia, pero sobre todo lo que cada cual hace con el resultado derivado de la misma. No siempre los humanos somos capaces de aprender de ella. El fracaso es solamente útil cuando se aprende de él y no se tropieza de manera sucesiva sobre las mismas piedras del mismo esquema. Sí, coleccionando fracasos se puede acumular sabiduría, pero también estupidez. Los que fracasan en exceso es porque no han aprendido casi nada. Todo el mundo quiere maestros exitosos para sus hijos, no maestros fracasados. 

Son tiempos de aprender. Sobre todo nos gusta aprender del éxito, reforzando nuestro ego a base de sacar conclusiones sobre aquellos factores determinantes que incidieron positivamente en la obtención del logro ansiado. No obstante, conviene recordar que la parte amarga del éxito es que el ser humano tiende a relajarse con él. Este hecho ralentiza el aprendizaje a no ser que seamos capaces de fomentar la verdadera autocrítica. Conviene aprender hasta de las sombras en el camino del éxito. El reconocimiento de nuestras debilidades y defectos nos pone en disposición de mejorar. Y es que siempre podríamos haberlo hecho mejor, ¡seguro! 

Liderazgo y Aprendizaje.

El reto del Líder es el de obtener la mejor versión tanto propia como la de su equipo. Para ello debe conseguir adhesión creando una visión estimulante. Una visión que movilice al equipo, sobre todo, cuando las situaciones sean complejas. ¡Qué mejor reto que el de progresar con la ayuda del equipo y contribuir a la vez de manera individual al progreso del mismo! Lo único cierto en la vida es el cambio permanente. Por ese motivo el buen Líder no debe descuidar el concepto del aprendizaje colaborativo como motor de adaptación al cambio. Si forjamos en el colectivo una sensibilidad de necesidad de desarrollo continuo estaremos contribuyendo, a través del aprendizaje interdisciplinar, a ganar en la flexibilidad que nos permita abordar los retos del futuro con mayores garantías. El legado más importante que un Líder puede dejar tras de sí es su capacidad para motivar y generar deseos de aprender.

Pero para poder inculcar la necesidad de aprendizaje a los demás, el Líder deberá ser primeramente congruente consigo mismo. Los gestores suelen caer en el error de pensar que el mero hecho de ostentar cargos directivos los faculta de por vida para todo. Han llegado a lo más alto y tienden a subestimar el impacto de una potencial caída. Es por ello que a menudo los gestores descuidan su propio aprendizaje, y lo que es peor, desvirtúan la importancia del concepto dentro de la organización. El Líder debe seguir aprendiendo, e instruir en nuevas competencias y habilidades a todos y cada uno de los miembros de su equipo. No hay adaptación al cambio, ni creatividad, sin una cultura colectiva que fomente del aprendizaje. La disposición a aprender debe convertirse en el valor diferencial de la organización. Un valor que faculte al colectivo para perseguir el Flow o estado de la experiencia óptima, para que levantarse e ir al trabajo resulte cada día más llevadero.


Aprender es Vivir.

La sociedad actual incide en exceso en la necesidad imperiosa de obtención de posesiones. Mensajes de Marketing, publicidad y la mal llamada cultura colectiva lanzan sus tentáculos para que orientemos nuestros esfuerzos hacia las garras del tridente de las 3 Vs: Vehículo, Vivienda y Vacaciones. Cuando se tiene poco la obtención de bienes materiales procura felicidad; pero según se va obteniendo más el individuo se va frustrando porque las siguientes posesiones no le procuran la felicidad esperada. La conclusión es que el apego a lo material termina siendo decepcionante. Es por ello que la felicidad frustrada puede generar agresividad y desembocar en una cuarta V: el Vicio. Entiéndase Vicio como adicciones derivadas por el Vacío con uno mismo. Y adicciones hay de todos los tipos, de todo hay en la viña del señor.

El ser humano puede necesitar bienes materiales, pero sobre todo necesita progreso (alfabetización, conocimientos de cálculo numérico y pensamiento crítico) y vivencias. Rescato una frase de un reconocido pensador: “algunos mueren a los 27 años de edad, sólo que los entierran a los 72”. Aprender es vivir y sólo se vive si se sigue aprendiendo. Aprender es por lo tanto aprender a vivir siendo hábiles para disfrutar de lo que surja en cada nuevo pasaje vital. Nadie tiene que herir para enseñar ni ser herido para aprender. Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres – Pitágoras. Dani Molinero – Molinesia ©